Nos reunimos para celebrar que Jesús ha resucitado y vive entre nosotros.
Jesús es nuestro camino, nuestra luz. Dios necesita que nosotros seamos luz para los demás, es decir, que les enseñemos cosas buenas con nuestro ejemplo y así surjan las ganas de ser mejores.
Después del tiempo de preparación que supuso la Cuaresma, ahora llegamos a la gran fiesta: Jesús ha decidido quedarse con nosotros y está precisamente en el corazón de cada unos de nosotros.
¡Ahí es donde debemos verlo!
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